Ariqueña
de nacimiento, pero con orígenes en la quebrada de Tarapacá, Sandra Caqueo
Henríquez, halló en el rescate de la música tradicional andina la inspiración
para su canto, que sin darse cuenta la sitúa como la primera soprano aymara en
Chile, responsabilidad que ha asumido con respeto, humildad y alegría.
¿Cómo
es responder a este llamado espiritual, del ajayu?
“Ha
sido un desafío, ha significado entrar en la historia de los pisos ecológico,
por ejemplo los cantos registrados en el altiplano son muy distintos a la zona
de quebrada: El proceso de chilenización quitó la lengua, pero hay registro,
música y canto de floreo… que se decían desaparecidos. ¡He encontrado música
increíble!, como cantos para hacer bailar a las wawitas y de muerte también.
Los
aymaras necesitamos volver a nuestros orígenes, somos seres que nos necesitamos
unos a otros. Necesitamos la naturales, los animales, ayudarnos entre nosotros.
Entonces es toda una historia de compartir con los abuelos, recuerdo a don
Melquiades Pacha de 104 años que vive en Pachica”.
¿Con
qué se encuentra en este rescate de la
música tradicional?
“No
solo hay sufrimientos, también hay emociones. Por en la canción “Cuculí"
ves diferentes variantes o arreglos de la canción en diferentes etapa de la
quebrada, ¡es interminable! Es un sueño registrar todos los cantos, pero no se
trata de registrar porque sí, hay una historia, un sentimiento.
La
música es un lenguaje en el cual yo me comunico del alma. Las personas y
nuestro mundo ancestral se comunican a
través del silencio y contemplar la naturaleza”.
También
el mundo andino es muy musical y alegre…
"Las
fiestas, claro. Todos los pueblos necesitaban congregarse y hay un espíritu que
une, los achachilas nos siguen protegiendo".
El
pago de Sandra
Sandra,
recordó que paralelamente estudiaba registraba cantos. “Era un reencuentro
conmigo misma. El año pasado me hicieron una invitación para grabar los cantos
y así nació el disco que regalamos “Pacha
Qamasa Kirki” y surge la soprano aymara. Hasta ahí era una soprano más,
fue una discusión difícil, pero el
resultado es que a la gente le ha gustado, por lo que he sido cuidadosa y eso me tiene tranquila”.
En
su versatilidad, la profesora de música, magister en Musicología y becaria doctoral Conicyt en
Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile, en sus investigaciones
logra distinguir cantos con: descripciones
de animales, de los tipos de vegetales, cantos de floreo. También de
rito de pasaje y ciclo vital que no sólo se relacionan con el calendario
agrícola.
“Por
ejemplo las mujeres cantaban a sus hijos, ahí recuerdo a Rosa Quispe que tiene
muchos cantos para cuando cocina, cuando
va a las chacras, domésticos, además descubres todo un mundo instrumental que
hay detrás. Mira en la Cruz de mayo de
Chiapas habíamos registrado 11 melodías y cuando fuimos en otra fecha hallamos
otras nuevas”, dice con énfasis la cantante lírica, que se presentó en su
territorio natal para participar en las Jornadas Arica Barroca.
¿Y
cómo recibe la comunidad cuando hace la sonoridad de sus canciones?
“Si
he estudiado tanto, de alguna forma es devolverle a mi pueblo. Entonces
registramos en CD y los devolvemos, también colaboramos para que ganen
proyectos y hagan sus grabaciones.
Tampoco
es entrometerme en decisiones de las comunidades u organizaciones, hay una
jerarquía, en todo caso no me ha resultado difícil, donde voy conocen a mi abuelo, tíos. Mi necesidad es por la
descendencia, yo soy mestiza y una opta, es una decisión identitaria”.
(Entrevista de Leyla Noriega - El Morrocotudo)

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